Catadores de vacunas

Por: Steven Espinoza Ortega, El Universo

Hace un par de meses seguíamos horrorizados cómo iban rodando las cabezas de los ministros de Salud, por la vacunación, el uno, parafraseando al expresidente, solo tenía el plan en su cabeza, el mismo que vacunó a todas las personas que laboraban o compartían un espacio donde albergaba a su familiar. El otro, en un momento de histriónico heroísmo, gritaba y amenazaba por teléfono a sus funcionarios, ¿por qué? Las vacunas.

Se viralizaba a un par de jóvenes tiktokers en redes por recurrir a la viveza criolla y hacerse pasar por médicos para recibir la vacuna, incluso hicieron gala de su nula empatía, al ser orgullosos de no interesarles el bien común, y de no importarles el país. Se hablaba fuertemente de un listado vip de personas que por su cercanía al Gobierno pudieron vacunarse, y en una suerte de histeria colectiva todos terminábamos hablando sobre el mismo tema, la vacunación.

El COVID-19 sin dudas ha dejado marcada en nuestra cabeza un dolor traumático para los que perdimos a un ser querido; un miedo latente al contagio, que nos pueda pasar lo que le ocurrió a mi vecino o mi conocido, porque el virus fue… perdón es, tan arrollador que si no nos pasó a nosotros, por lo menos conocemos a alguien quien perdió todo por el virus, la vida, amistades, padres, el negocio, etcétera, y miles de sustos porque al mínimo síntoma viene el fantasma de la probabilidad de que sea el coronavirus.

Pero existe algo que no entiendo, después de todo lo que vimos, después de todo lo que nos quejamos (con justo derecho no me mal interprete) después de todo el veneno que arrojamos por redes sociales, después de habernos convertido en inmunólogo, neumólogo, químico farmacéutico y hasta chamán, después de confiar ciegamente en la hidroxicloroquina y la ivermectina hasta el punto de que se empezó a especular los precios en el mercado, después de toda la fe depositada en las gárgaras con agua, limón y sal, cuando encontramos el medio científico con el cual podríamos parar al virus resulta que ahora sí nos entra la desconfianza, ¿me ayudan a entenderlo?

Resulta que ayer tomábamos, como caramelos, cualquier tipo de medicamento que algún nuevo ‘experto’ en medicina que trabaja de abogado sugería, y ahora creemos firmemente que si nos vacunamos seremos un cargador de celular ambulante, o que los imperios seguirán nuestros pasos, o que es parte del siniestro plan para ‘el nuevo orden mundial’.

La vacuna salva vidas, no importa cuál le pongan, la mejor vacuna sin duda es la que le disminuya el riesgo de morir.

No sea como los jóvenes tiktokeros a quienes no les importa el bien común (sí, esos mismos que usted insultó por redes) y acuda a fortalecer nuestro sistema inmunológico colectivo. No se sienta experimento de laboratorio (ya hicieron las pruebas con personas voluntarias). No se autodefina como catador de vacunas (quien solo se deja vacunar con tal o cual vacuna), porque los mitos con los que nos alimentamos en redes terminarán siendo la muerte en realidad.

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